VICENTE MUGLIA Diario Olé 28/05/06
Pensé que nunca más iba a volver a sufrir y a llorar tanto de alegría como aquel glorioso 9 de junio del 2001, casualmente en el ya inolvidable Chateau. Me equivoqué. Pensé que nunca más iba a poder ver otro equipo de Chicago con tantos huevos y que representara fielmente la historia como aquél de Vega-Traverso. También le erré. ¿Cómo hace un corazón para resistir tantas emociones? Fácil: debe tener los colores verde y negro.
Nacimos para sufrir. Todo nos cuesta el doble que a otros. Nadie nos regala nada, al contrario, siempre nos perjudican. Será por eso que somos tan fieles, será por eso que los triunfos no son triunfos sino hazañas. Nuevamente nos prepararon el certificado de defunción. Le pifiaron. A Chicago nunca jamás hay que darlo por muerto. Este equipo, el mejor del fútbol argentino (sí, el mejor) por valentía, coraje y amor propio, se encargó de poner las cosas en su lugar. ¿Quién hizo más que este grupo de jugadores para estar en Primera? Ellos se lo tienen merecido después de arrancar el año peleando por no irse al descenso. El Indio Vega (el mejor arquero Sub 21 después de Ustari), el Flaco Pellerano (te puteé al principio y no me canso de elogiarte ahora), el Cabezón Testa (gracias por los huevos), el Turco Zarif, el gigante Carranza, Higuaín, Sigali, Simón, Mattiuzzo, bah, gracias a todos. Igual que al gran Rodolfo Motta, a pesar de que yo no haya confiado en él al comienzo de su ciclo. Todos dejaron la vida en la cancha, todos nos hicieron sentir orgullosos de este equipo, todos conmovieron hasta a hinchas de otros clubes.
Al final del partido, Gustavo, un amigo salteño, emocionado por lo que acababa de ver, me mandó un mensaje de texto que decía: "Impresionante lo de Chicago, ustedes son distintos a todos". Sí, impresionante. Pero no somos distintos al resto. Somos maravillosamente UNICOS. Y ahora, en el lugar donde teníamos que estar. El 26 de junio del 2004, 10.000 hinchas despidieron de Primera al equipo en la cancha de Independiente. Esa noche, el grito fue: "Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver". Claro, además de sufridos, fieles y pasionales, siempre cumplimos con lo que prometemos. Así somos los de Chicago. Vayan sabiéndolo.
Otra vez festejando en Córdoba
